domingo, 8 de diciembre de 2013

La importancia de la palabra - Irma Montes Patiño

Artículo de opinión sobre el enfoque del  diálogo que se dan en los conflictos sociales. Escrito el 2012.

La palabra a veces si crea la cosa; y la incumplida, el caos. La incapacidad de los funcionarios del ejecutivo para abordar los conflictos sociales se refleja en el constante cambio de interlocutores y de términos. Esta actitud errática ha desembocado –especialmente en el Caso Conga– en un pantano del cual será difícil salir si las pocas alternativas para solucionar el conflicto no se utilizan correctamente, y en el momento adecuado.

Los varios actores en Conga, con sus marchas y contramarchas, han dejado escasas vías de solución y creado incertidumbre. Lo que ahora nos ocupa –y debe preocuparnos– es que en este nuevo cambio de estrategia se confunden los términos. Se dice “dialogar” y algunos pretenden convertirlo en sinónimo de “negociar”. Nos llenan de palabras confusas y nada en concreto.

Unos entienden que dialogar es sentarse a negociar, y otros que para sentarse hay que poner condiciones, pero cuando se dialoga no deben ni pueden existir condicionamientos. Ahora se introduce la figura del facilitador o mediador. En el complejo escenario cajamarquino es importante reconocer haber logrado un consenso para la aceptación de los facilitadores: monseñor Cabrejos y el padre Garatea.

Será difícil, sin embargo, que ambos se abstengan de opinar y, lamentablemente, cualquier opinión desvirtuará su función “mediadora”, arriesgando el proceso. La figura de los religiosos mediadores puede generar falsas expectativas en la población, que puede confundir su papel con el de árbitros cuyo dicho será decisivo y vinculante. 

Ya el presidente del Frente de Defensa de los Intereses de Cajamarca, Idelso Hernández –abierto opositor a Conga–, empezó a promover el desentendimiento al decir: “Primero que reflexionen [Cabrejos y Garatea] y entiendan nuestra plegaria, teniendo en cuenta los principios espirituales y de la vida. Esperamos en ese sentido que se conviertan en los aliados del pueblo”.

Estos discursos apocalípticos y confusionistas (tipo vida sí, oro no) calan en la desesperanza de una población que solo ha recibido falsas promesas de mejoramiento de su calidad de vida. Se trata ahora de que esa palabra sí se cumpla.

Se puede acceder al artículo digital aquí:


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Saludos,
Irma Montes Patiño

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