Artículo sobre diferentes alternativas que se tienen para mantener y conservar ambientes naturales, escrito el 2011. Igualmente lo comparto por este medio para los interesados.
La sostenibilidad se define como la capacidad de las generaciones presentes de satisfacer sus necesidades sin menoscabar la posibilidad de las generaciones futuras de satisfacer las suyas, en un medio ambiente sano. La insostenibilidad es, a contramano, sinónimo de degradación ambiental, desigualdad, exclusión, homogeneización cultural y agotamiento de los recursos naturales. Para evitarlo, existen preceptos como el aprovechamiento racional de los recursos, el ordenamiento territorial científico, el rescate de las prácticas y costumbres ancestrales y garantizar los bienes y servicios ambientales que brindan los distintos ecosistemas. Todos posibles de aplicarse en el Perú hoy y que facilitarían el manejo constructivo de los conflictos socioambientales.
Tomemos, por ejemplo, el sistema de ‘pago’ por servicios ambientales. Se trata de un incentivo económico originado para los dueños de terrenos forestales y amortizar sus gastos de conservación al realizar prácticas adecuadas de manejo del territorio. Y es que los usuarios están dispuestos a pagar por disfrutar de ellos y los proveedores a adoptar acciones para mantener y mejorar lo que brindan. Para evitar la proliferación de conflictos por el agua, por ejemplo, debería optarse por modelos de gestión ambiental sostenible en el abordaje de la problemática de la degradación de cuencas o la mitigación del cambio climático, ofreciendo alternativas al brote de un conflicto.
En el caso de los bosques, estos ofrecen infinidad de servicios ambientales que podrían beneficiar directamente la economía de las poblaciones rurales. Entre esos servicios figuran: protección y conservación de la biodiversidad, belleza paisajística aprovechada por el turismo y ecoturismo, captura de gases de efecto invernadero (GEI), entre otros. El Perú está entre los diez países con mayor densidad boscosa del planeta (cuarto en bosques tropicales). Con cerca de 73 millones de hectáreas de Amazonía, nuestro país alberga el 5% del total de los bosques del mundo.
Tomemos como ejemplo el caso de Madre de Dios, donde campea la informalidad y continuos atentados ambientales por la expansión incontenible de la minería informal –y sus consecuencias sociales, morales, económicas y ambientales–, y contrastémoslo con una alternativa sensata para una región tan rica en recursos naturales y ecosistemas que le ha ganado el apelativo de Capital de la Biodiversidad. Si Madre de Dios decidiera dejar en pie sus casi seis millones de hectáreas de bosques, a través de modernos sistemas de servicios ambientales como el secuestro y captura de GEI –por la emisión de bonos de carbono o los mecanismos de reducción de emisiones derivadas de la deforestación y degradación (REDD)– podría percibir unos $3.500 millones anuales para su desarrollo.
Cabe señalar que la Ley 28611, Ley General del Ambiente, establece el marco para el aprovechamiento y valoración de los servicios ambientales. Sin embargo, el proyecto normativo destinado a promover la compensación por servicios ambientales fue presentado durante el gobierno anterior y visitó la comisión de Pueblos Andinos, Ambiente y Ecología del Congreso sin éxito alguno.
Se puede acceder a una copia digital del artículo aquí:
Pago por servicios ambientales y paz social - Irma Montes Patiño by Irma Montes Patiño
Saludos,
Irma Montes Patiño